Hubo un momento en mi vida en el que me encontré perdida en un camino lleno de obstáculos y confusiones; yo le llamo "El Camino de las Chingaderas".

Me sentía como si estuviera siendo golpeada una y otra vez por el destino, sin entender por qué. Fue entonces que algo cambió. Pedí ayuda y encontré una nueva perspectiva en la filosofía Maya, que irradiaba amor y sabiduría. Comprendí que tenía el poder de elegir mi camino y aunque el sendero del amor requería más esfuerzo, decidí comprometerme a vivir con consciencia.

Desde ese momento, supe que al ser más "yo" era imprescindible ponerme al servicio queriendo compartir el estado de plenitud que desde entonces he ido siento, la gran lección de mi vida... seguir siempre mi corazón..